Hace 35 días se inició la ofensiva y la invasión rusa en Ucrania. 35 días en los que el impacto del conflicto bélico ha sido enorme para la población civil y que ha supuesto el desplazamiento forzoso de personas más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Los datos de Naciones Unidas indican que son a día de hoy más de 4 millones de personas las que han salido del país y se prevén hasta 10 millones de personas desplazadas. Sin embargo no todas las personas desplazadas están recibiendo el mismo trato. Hasta en una crisis humanitaria de esta magnitud, los prejuicios y las desigualdades vuelven a salir a la luz.
La crisis de Ucrania ha desatado una ola de solidaridad sin precedentes
Esta enorme crisis ha generado una inmensa ola de solidaridad de la ciudadanía europea en general y española en particular. Son innumerables las muestras a través no solo de donaciones a organizaciones sociales sino también en la acogida a las personas ucranianas y en el envío de materiales de emergencia y de alimentación especialmente a las fronteras de Polonia y Rumania, sin olvidar los viajes de personas directamente a los puntos de acogida para trasladar directamente estos materiales. Todo ello es una fantástica muestra de lo que somos capaces como sociedad cuando actuamos en conjunto.
Sin embargo, estas iniciativas no han dejado de tener una visión crítica de quienes han considerado que la respuesta institucional y de la ciudadanía no es igualitaria en todas las crisis de personas desplazadas y refugiadas, como por ejemplo con las personas sirias que aún esperan a que el conflicto en su país finalice y que en muchas ocasiones han sufrido la discriminación en nuestras sociedades.
En este sentido, es preciso recordar que el pasado 21 de marzo se celebró el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial reiterando que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y tienen la capacidad de contribuir de manera constructiva al desarrollo y bienestar de la sociedad y que es necesario erradicar cualquier discriminación por el origen racial y/o étnico en nuestras sociedades, especialmente de aquellas personas en situación de mayor vulnerabilidad como son las que huyen de sus países por situaciones de conflicto bélico.
¿Se está aplicando un doble rasero en la crisis de los refugiados de Ucrania?
El pasado 3 de marzo la ONU alertó sobre diversos sucesos racistas que estaban teniendo lugar en la evacuación de civiles que huían de la guerra de Ucrania. En la mayoría de los casos, las víctimas son personas de origen africano o árabe que residen en Ucrania. Decenas de inmigrantes africanos y árabes que intentan cruzar la frontera huyendo de las bombas se encuentran en los puestos fronterizos con la negativa a poder abandonar el país. Muchos de ellos denuncian que se sienten abandonados y que están recibiendo un trato degradante. António Guterres, Secretario General de la ONU, ha declarado “estar conmocionado por los numerosos informes que demuestran que personas de diversas razas han sufrido racismo, acoso y discriminación cuando trataban de abandonar Ucrania, incluso dentro de países vecinos como Polonia o Hungría”. Y no es el único. Stéphane Dujarric, portavoz de la Secretaría General de la ONU, ha instado a todos los gobiernos de la zona a tomar medidas urgentes contra cualquier manifestación de racismo o xenofobia.
La Unión Africana (UA) también ha condenado oficialmente esta situación apoyando a los ciudadanos africanos que han declarado haber sufrido discriminación al intentar abandonar territorio ucraniano.

La crisis de los refugiados alerta del racismo sistémico que existe dentro de los países de la Unión Europea
La discriminación que están sufriendo en las fronteras de Ucrania las personas de origen africano o árabe demuestra el racismo sistémico que existe en Europa. El mensaje que se traslada a estas personas parece ser evidente: sus vidas importan menos y a nadie parece importarle.
En respuesta a estos abusos, el Parlamento Europeo aprobó el 1 de marzo una resolución condenando la discriminación racial que se está produciendo en las fronteras ucranianas y solicitando a todos los Estados miembros de la Unión Europea que acogieran a todas las personas que huyeran del conflicto bélico, independientemente de su nacionalidad o su raza.
Por otra parte, diversas organizaciones como ENAR o Human Rights Watch han reclamado la necesidad de abordar este problema solicitando protección a los migrantes de origen africano o árabe que se encuentran las zonas de conflicto. Kim Smouter, directora de ENAR, una ONG dedicada a la defensa de la igualdad racial dentro de Europa, declaró recientemente que “es alarmante que las personas negras y de otros grupos racializados estén sufriendo discriminación mientras huyen de la guerra de Ucrania”.
También podríamos destacar en el caso de España la postura tan diferente que ha adoptado si la comparamos, por ejemplo, con el drama humanitario que se vive en el Mediterráneo, en nuestras propias costas en la frontera sur. Muchas de estas personas también huyen de conflictos bélicos o de la persecución por motivos de orientación sexual y muchas son mujeres y niñas que han sufrido violencia sexual o han sido víctimas de trata.